Pero cuando llegaba finalmente la noche de la partida, una vez que había despachado todos sus compromisos y se encontraba con la bolsa de viaje caminando hacia la estación, entonces empezaba a sentirse invadido por una sensación de calma interior a pesar de su prisa para no perder el tren.

Ítalo Calvino, "La aventura de un viajero" en Los amores difíciles

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