Las morales bien educadas se horrorizan ante el drogadicto que vende el televisor de sus padres para conseguir tres gramos de merca. Las morales bien aprendidas se tapan la nariz frente al aliento del cirroso que lleva quince días tomando hasta la uremia. Pero nadie se espanta frente a las huestes diarias de señoras y señores y niñas y niños bien educados que atacan los shoppings, los supermercados, los outlets de descuento.

Natalia Moret, Un publicista en apuros

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