Hasta entonces había considerado que la sexualidad era una fuerza positiva, una fuente de unión que aumentaba la concordia entre seres humanos a través de las vías inocentes del placer compartido. Ahora, por el contrario, cada vez más a menudo, veía la lucha, el combate brutal por la dominación, la eliminación del rival y la multiplicación arriesgada de los coitos sin otra razón de ser que garantizar la propagación máxima de los genes.

Michel Houellebecq, El mapa y el territorio

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